Editorial: SM
Precio: 8,40 €
Páginas: 253
Puntuación: 4/5 (Bueno)
Puntuación: 4/5 (Bueno)
El príncipe de Kinda, Walid, quiere presentarse al certamen de poesía de Ukaz, el más importante que se organiza. Sin embargo, su padre le pide que primero organice un certamen en su reino y si lo gana, podrá ir a Kinda. El principal objetivo del rey es evitar que su hijo haga el ridículo frente a una congregación de gente importante.
Todo el mundo sabe con certeza que el príncipe ganará, hasta que un humilde y analfabeto tejedor de alfombras lo derrota no sólo una vez, sino tres.
Hammad humilla al príncipe y este, envidioso, busca venganza. Recurriendo al juego sucio y rastrero (después de escuchar los consejos envenenados de su rawi), convoca por tercera vez el certamen, pero con una diferencia: el premio es un cargo en el hermoso y lujoso Palacio donde la familia real reside. Hammad gana una vez más y aunque decide rechazar parte del premio, termina ejerciendo de historiador del reino y Walid se recrea asignándole tareas imposibles para destruirle la vida a ese hombre que ha herido su orgullo, como ordenar el enorme y caótico archivo del palacio, que contiene gran parte de la historia de Arabia y otras partes del mundo, o tejer una alfombra que contenga toda la historia de la humanidad a cambio de su libertad.
Walid cree que es imposible y sin embargo, Hammad vuelve a sorprenderlo y lo consigue, indudablemente inspirado por los djinns.
Por fin puedo entender porqué ganó el Premio El Barco de Vapor de 1998: es una historia preciosa, que trata sobre la superación y la enmienda de los errores cometidos en el pasado, todo condimentado con su estilo sencillo, claro y fresco, tan característico de la autora. Se trata de una novela con fuerza e iniciativa, con un personaje completamente imperfecto que comete una sarta de errores que lo marcarán de por vida. Y aun así, eres capaz de sentir empatía por el Rey Errante, porque parece tan real que hasta da grima.
Cada identidad que adopta Walid, cada escenario y cada persona que conoce y con la que trata, todo, es único y original. Todo descrito bajo la luz del sol del desierto, salvaje e indomable como sus hijos.
Laura Gallego García es una de mis escritoras favoritas y la admiro enormemente, a pesar de mi rechazo hacia alguna de sus obras, como Memorias de Idhún (sé que hay muchas personas que adoran la trilogía, pero yo simplemente no trago a Victoria) o el final de Mandrágora, que me decepcionó.
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